Cinco pasos para hacer unas buenas fotografías de tus obras de arte

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Tanto si eres proveedor como vendedor ocasional de subastas de arte online, sabrás que para poner a la venta tus obras debes contar con fotografías de calidad en las que se aprecien todos sus detalles. Esto es especialmente importante en el caso de la pintura, donde lo que suele resultar más complicado es conseguir una buena representación del color.

Si estás dispuesto a hacer tú mismo las fotografías con las que exhibirás tus lotes, te damos unos cuantos consejos que te servirán de ayuda para obtener unas fotografías de buena calidad y fieles a la realidad. ¡Toma nota!

El equipo

Si eres un profesional de la compra-venta de arte, seguramente cuentes con un buen equipo y un estudio especializado en el que realizar estas tareas, o bien las delegues en fotógrafos profesionales. Si, por el contrario, eres un vendedor esporádico, entendemos que no estarás dispuesto a hacerte con un equipo fotográfico, pero no te preocupes: puedes conseguir fotografías aceptables con un equipo básico si tienes en cuenta unos sencillos parámetros.

Algunos smartphones actuales cuentan con cámaras que consiguen imágenes con muy buena resolución, aunque si tu móvil no tiene una cámara especialmente buena, es más recomendable que utilices una cámara digital. Si tienes una compacta, no tendrás problemas para conseguir fotografías aceptables, y si dispones de una cámara réflex tus resultados mejoraran considerablemente.

Un punto crucial a la hora de tomar una buena fotografía de una obra de arte es la nitidez de la imagen, que puede verse afectada por la falta de estabilidad de la cámara y, en el caso de las cámaras réflex, por la vibración del obturador, sobre todo en condiciones de luz escasa. Para evitar que tu foto se vea arruinada por el movimiento y conseguir la mayor nitidez posible, te recomendamos que te hagas con un trípode o que emplees algún tipo de soporte capaz de darle estabilidad, como situarla encima de una superficie plana y disparar utilizando el control remoto.

En cuanto a los objetivos, es necesario que tengas en cuenta la distancia focal de tu lente, puesto que distancias muy cortas (inferiores a 50mm) o muy largas (superiores a 105mm) podrían provocar distorsiones en las líneas, que podrían parecer curvadas. Por este motivo, si cuentas con una cámara de objetivos intercambiables te recomendamos que emplees lentes de como mínimo 50mm o, a ser posible teleobjetivos cortos (de entre 70 y 105mm), con los que conseguirás una mayor fidelidad. Si tienes una cámara compacta o utilizas tu móvil, debes tener en cuenta que la focal mínima suele ser de unos 30mm.

Otro gran inconveniente que suele producirse a la hora de fotografiar obras de arte, especialmente cuadros, son los brillos o reflejos indeseados. Pueden producirse debido a los propios materiales de la obra de arte, a cristales que la protegen o a fuentes de luz muy directas e intensas. Para remediarlos, puedes optar por adquirir un filtro polarizador acoplable al objetivo de tu cámara, o por controlar la luz que incide sobre la obra, tarea más sencilla si cuentas con fuentes de luz artificial.

La luz

La luz es a la fotografía lo que la pintura es a un cuadro. De su calidad depende el resultado final, por lo que este es el parámetro más importante a tener en cuenta a la hora de realizar cualquier instantánea de una obra de arte. Si realizas estas tareas a menudo, seguramente ya cuentes con focos direccionales o flashes externos que te permitan controlar y dirigir la luz, aunque si se trata de una tarea puntual, también puedes conseguir una buena iluminación siguiendo unas sencillas normas.

Lo más importante es que la luz del lugar en el que realices la fotografía sea homogénea y difusa, de modo que no queden zonas del cuadro más iluminadas que otras o surjan brillos indeseados. Si trabajas con flash integrado en la propia cámara, te recomendamos que suavices su haz con un difusor, o bien mitigando su potencia superponiéndole una servilleta u otro tejido blanco doblado varias veces sobre sí mismo. Los flashes externos acostumbran a traer incorporado un difusor, o pueden ser orientados hacia el techo u otra superficie blanca sobre la que rebotar la luz para que esta resulte menos dura, pero si no es tu caso, con este sencillo truco podrás mitigar enormemente las zonas quemadas o los brillos indeseados.

Si dispones de focos direccionales, la mejor opción es que coloques uno a cada lado de la obra dirigiendo su haz de luz hacia su centro con un ángulo de incidencia de 45º, de forma que ambas mitades queden iluminadas uniformemente. La distancia a la que debes colocar los focos dependerá de su potencia y del tamaño y características del lugar donde esta sea tomada, por lo que te recomendamos que hagas varias pruebas, acercando y alejando los focos hasta conseguir que la luz sea homogénea y la obra salga sin reflejos.

Otro de los parámetros más importantes en relación a la luz es su temperatura. De este modo, deberás tener en cuenta el tono al que tiende tu fuente de iluminación: las bombillas incandescentes suelen aportar un tono amarillento a la escena, mientras que los fluorescentes le imprimirán un color verde o azulado. Esto es especialmente relevante a la hora de fotografiar cuadros, puesto que puede desvirtuar totalmente los colores de la obra. Para controlarlo, te recomendamos que eches mano del balance de blancos que incluyen la mayoría de las cámaras digitales y que no mezcles diferentes fuentes de luz. Si dispones de un equipo profesional, seguramente ya cuentes con una carta de colores, no dudes en usarla en combinación con tu programa de edición, conseguirás resultados mucho más fieles.

La posición de la cámara

No solo la luz puede distorsionar una fotografía, ya que la posición de la cámara también resulta definitiva a la hora de conseguir una reproducción fiel de una obra de arte.

A fin de evitar aberraciones en las líneas, las formas y los volúmenes, te recomendamos que cuelgues la obra en una pared o la coloques en un soporte capaz de mantenerla totalmente recta y vertical, de forma que puedas situar la cámara a su misma altura, haciendo que el centro de la obra coincida con el centro del sensor fotográfico a fin de evitar fugas indeseadas que puedan desvirtuar la geometría de la obra.

En cuanto a la distancia, te recomendamos que acerques la cámara todo lo posible al objeto fotografiado sin emplear el zoom, pretendiendo que esta cubra el máximo del plano, así evitarás tener que realizar recortes que reduzcan su tamaño y, por ende, su calidad.

Los ajustes del disparo

La capacidad de maniobra que tengas en cuanto a los ajustes dependerá de las opciones que ofrezca tu cámara. Así, si haces tus fotos con la cámara del móvil, seguramente solo podrás controlar parámetros como el uso de flash o el balance de blancos. Sin embargo, si tu cámara dispone de modo manual, podrás acceder a una gran variedad de ajustes.

Como ya decíamos anteriormente, y sin entrar en tecnicismos, lo principal es que controles el balance de blancos, adecuándolo a la temperatura de tu fuente de luz, y que elijas el tamaño de imagen más grande que permita tu cámara.

Además, si tienes acceso a otros ajustes, como a la sensibilidad del sensor, te recomendamos que utilices el ISO más bajo que ofrezca tu cámara, a fin de evitar el molesto “ruido” que producen las sensibilidades altas. Si tu cámara dispone de modo manual, también te recomendamos que elijas aperturas medias de diafragma, de f8 o f10, capaces de enfocar la superficie fotografiada en su totalidad.

La edición

Como cuando se trata de alcanzar resultados perfectos todo rigor es poco, nunca está de más emplear un editor digital con el que afinar los resultados obtenidos con tu cámara. Si eres diestro en el uso de Photoshop u otros programas de edición, te recomendamos que tomes tus instantáneas en formato RAW, ya que te permitirá modificar los ajustes del disparo en tu ordenador, pudiendo mejorar aquellos problemas que no pudiste solucionar en el momento de la captura. Además, el editor también te permitirá realizar calibraciones de color y otra serie de ajustes con los que podrás conseguir unos resultados mucho mejores.

Finalmente, el editor te servirá para recortar todos los elementos que hayan entrado en el plano además de la obra retratada, y para guardar los resultados en formato fotográfico. Al respecto, los más comunes son .jpeg y .png; mientras que el primero es más ligero, el segundo mantiene la calidad total de la imagen, por lo que suele ser el más recomendable, aunque puedes encontrar restricciones de formato a la hora de insertarlo en determinados sistemas.

Si te gusta el mundo de la fotografía y quieres aprender más, te dejamos un artículo muy interesante sobre fotografía de cuadros, donde se explica paso a paso cómo tratar el color. Ánimo, y esperamos que nuestros consejos te hayan servido de ayuda.

Eva Vilar C.