Pinazo Camarlench: Precursor del arte valenciano
Personajes famosos PinazoIgnacio Pinazo Camarlench, prolífico pintor valenciano nacido allá por el año 1849 y fallecido en Godella -ciudad valenciana también- en 1916, dejó una ingente producción pictórica dispersa. Es por ello por lo que todavía se cuelgan algunos de sus cuadros originales, además de en las mejores pinacotecas (Museo del Prado de Madrid, Casa Museo Pinazo, Museo de Bellas Artes de Valencia, Instituto Valenciano de Arte Moderno, Museo de Bellas Artes de Asturias, etc.), en las galerías, subastas de arte y subastas de arte online. Comprar o vender un cuadro de este insigne pintor español, produce cierto sentimiento de plenitud. Y esto es porque el profesional de la compra-venta de arte está más acostumbrado a la transacción de pintura, escultura, obra gráfica, litografía, grabado o serigrafía de autores contemporáneos, así como de reproducciones de ciertos genios consagrados como Picasso, Dalí, Miró o Tàpies.
Los temas de sus pinturas son muchos y variados como los autorretratos, episodios de la historia, desnudos, paisajes y figuras de niños, entre las cuales utilizaba con frecuencia a sus propios hijos como modelos.
El arte de Pinazo Camarlench se debe a su entusiasmo, vocación y tenacidad. Nacido en el seno de una familia humilde, se vio obligado desde pequeño a trabajar como panadero, dorador, platero y pintor de azulejos, entre otros oficios. Pero el tesón y la dedicación le llevaron hasta las más altas esferas de la pintura valenciana. Ese gusto por el arte lo supo transmitir a sus propios hijos, llegando a convertirse el mayor, Ignacio, en un reconocido escultor, y José en pintor como su padre.
Valencia e Italia -en concreto, Roma- serían los lugares donde cobrarían cuerpo tanto su formación como su producción artística. Precisamente en Roma pintaría el extraordinario cuadro de historia “Últimos momentos del rey Jaime I el Conquistador en el acto de entregar su espada a su hijo don Pedro”. Este magnífico lienzo, del que existen dos versiones, le hizo merecedor, en 1881, de la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En él se representa una estampa histórica que tuvo lugar en su tierra natal. Impresiona especialmente en este lienzo el tratamiento de la luz, la oscuridad y la penumbra del que le dota su autor.
Su arte es espléndido, vigoroso y saturado de expresión. Las pinceladas de Pinazo Camarlench son un reflejo de un culto por la naturaleza así como una ofrenda de amor y luz a la Comunidad Valenciana. En efecto, dota a sus composiciones de un particular tratamiento de la luz que brilla con especial intensidad en algunas zonas del espacio o de los rostros, contrastando con otras, de una profunda oscuridad. Estas singulares características le convierten en digno miembro de la gran trilogía de pintores valencianos de finales del siglo XIX y principios del XX junto con Francisco Domingo Marqués y el conocidísimo Joaquín Sorolla.
Algunos de sus cuadros muestran rápidas y empastadas pinceladas, lo que le granjeó la crítica de ciertos aficionados a la pintura. Pero también pueden encontrarse bocetos y apuntes, sobre todo en la temática que trata sobre los niños.
En “La lección de memoria” retrata a su hijo Ignacio a la edad de 14 años. Las crónicas relatan que había empezado a pintarle mucho antes. Después el niño enfermó de tifus y Pinazo Camarlench tuvo que comenzar de nuevo adaptándose a todos los cambios de un adolescente. El tratamiento del claroscuro deja notar la influencia de Velázquez y Goya a quienes admiraba.
Son de extraordinaria belleza y dominio de la técnica los muchos autorretratos. Uno de los más conocidos es el que pintó en 1889, colgado en la actualidad en el Museo de Bellas Artes de Valencia.
Un ilustre autor, al fin, nada desdeñable y merecedor de la admiración de todos los amantes del arte y la pintura.
Fdo. María Luisa Sánchez Vinader
Marisa: me has descubierto un gran pintor del que no sabía nada. Lo he disfrutado mucho! Mil gracias, Virginia
Apenas conocía a este pintor. La sombra de Sorolla, paisano y contemporáneo suyo, es muy alargada y eclipsa el brillo de otros artistas que también eran excelentes, como ocurre en este caso. Aunque la paleta de color los distancia extraordinariamente. Mientras Sorolla supo captar la luminosidad propia de Mediterráneo, Pinazo Camarlench era mucho más sombrío, adelantándose así al pesimismo de la Generación del 98. Esta forma de capturar la luz explica la popularidad insuperable y mantenida en el tiempo, de Sorolla. Hombre de su tiempo, el autor que protagoniza este artículo atendió a la fuerte demanda de cuadros historicistas, propia de una época que miraba al pasado, añorando épocas de mayor esplendor de la monarquía española. En este caso, competir con Francisco Pradilla también sería difícil. Me alegro de haber conocido un poco más a este artista, gracias a tu excelente artículo, Marisa. Gracias.